La cirugía estética comenzó a desarrollarse en la primera mitad del siglo XX como paliativo a graves deformidades, sobre todo faciales, que privaban al paciente de tener una vida social medianamente tolerable: la fealdad asusta y causa rechazo. Las dos guerras mundiales proporcionaron pacientes en cantidades industriales.
La cuestión de la “laboralidad”, o no, del trabajo del profesional médico es tan antigua como el Derecho del Trabajo. La A.F.I.P. y sus inspecciones agravan el cuadro.
La sanidad es una actividad “mano de obra intensiva” por lo que cualquier modificación en la legislación laboral puede alterar significativamente los costos.
Esta ley y su decreto tienen el loable propósito de “garantizar el derecho al honor y a la intimidad de las personas, así como también el acceso a la información que se registre, de conformidad con lo que establece el artículo 43, párrafo tercero de la Constitución Nacional”